domingo, 17 de abril de 2011

The Paripé One


Cuando, desde mi inocente puesto de redactor, supe en directo que los periodistas españoles abandonaban la sala de prensa de Valdebebas porque no hablaba Mourinho en la previa al Madrid-Barça, un pequeño monstruo empezó a patalear en mi estómago. Le inyecté Sumial en el cuello, henchido de rabia, y dejé que se relajara durante unas horas. Al menos hasta que acabara el vórtice mediático histérico previo al partido, preocupantemente similar al tedioso Grupo del Síndrome Premenstrual en las rebajas de enero. La salida en tropel de los periodistas (profesionales de la comunicación, dicen) del emplazamiento donde debían llevar a cabo su trabajo (por eso cobran, dicen), es solo comparable a la entrada desbocada de marujas en el Corte Inglés de turno en busca de fajas reductoras para simular un problema que, tan al fondo reside, que hace daño primero a la vista.

Tras el patético espectáculo que ofrecieron unos (los dolientes) y otros (las almas), el chorreo de justificaciones cayó como cae el niño que intenta llevar una moto sin haberle quitado aún los ruedines a la bici. Y en algunos casos, sin haber probado siquiera lo que es dejarse los morros en el suelo con el triciclo. La mayoría coincidió en el verbatim: "El Real Madrid, con Mourinho a la cabeza, se está cachondeando de los periodistas", "Es una vergüenza para el madridismo", "Le están faltando el respeto a la historia del club", y otros clásicos coleccionables en tapa dura con el panfleto dominical de turno que más y mejor se adapte a tu verdad. Por eso abandonaron los periodistas la sala de prensa. Porque todo era un despropósito.

Pasó el partido. Reflexioné de dentro afuera, y también de fuera adentro, y ya con la perspectiva del tiempo ganada, pues el pasado se queda ahí, concluí que, efectivamente, hay demasiado dios disfrazado de periodista. Mucha gente cuyo inmaculado trabajo e insigne presencia ya valen por sí solas cualquier perdón. Abandonar el puesto de trabajo. Negarse a cumplir tu deber, moral además, porque no sale quien a ti te conviene que salga. Y a muchos les honra, ojo, tener arrestos para enfrentarse así a una institución como el Madrid. Porque habla un hombre frío en lugar del visceral lagarto que infecta cada vez que muerde. A muchos les dolió no tener palabras que malinterpretar, y abandonaron. Con el rabo donde sea, pero no entre las piernas. No hablamos de gónadas.

Sinceramente, me apena más que me irrita comprobar hasta qué punto el producto que se vende en algunos medios es cocaína mal cortada, de la que mata todavía más despacio. Que haya que leer cosas como esta, significa que muchos, no sé quiénes, están haciendo las cosas tan rematadamente mal, que otros tenemos que agachar la puta cabeza cada vez que nos preguntan a qué nos dedicamos. ¿Quieren echar la culpa al Sr. Real Madrid? ¿Quieren seguir demonizando a un cualquiera, a otro anónimo que dejará tanta paz lleve como descanso deje? Ellos verán. No es el camino, creo. No cuela que el plantón de la prensa fuese fruto de una provocación; lo que sí es obvio, y me encanta que la gente vaya sabiéndolo, es que al dios que se viste de periodista, se lo lleva la corriente. Parafraseando a Bogart en Casablanca, tal vez no hoy ni mañana, pero pronto y para el resto de su vida. Ya está bien de olvidar que la profesión está por encima del nombre. Repito, del nombre. No del hombre.

@m_manero

2 comentarios:

  1. Estimado Mañero, te felicito por tu artículo (brillantemente escrito, por cierto) pero te compadezco porque te has pasado al lado oscuro: el de la gente independiente y el de la personas honestas que harían su trabajo con rigor y profesionalidad en la situaciones menos favorables (ya sea Mourinho, Karanka o hasta Toñín el Torero).
    Lo que hoy está de moda es el seguidismo gremial y el más ridículo victimismo: "oh, hemos sido despreciados por Mou", "nosotros no hemos despreciado a Karanka". Etcétera. Todo un ejercicio de soberbia que responde a culpar a ese soberbio muñeco encantado de haberse conocido y de hacer su papel llamado Mourinho pero que obvia intencionadamente la autocrítica más simple.
    Salud y todo mi apoyo. Un abrazo.

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  2. Gracias sobre todo a internet, los aficionados tenemos casi un acceso total para ver cualquier partido y todos sus detalles (cualquier gesto, cualquier repetición, incluso cualquier tweet de los protagonistas), sin necesidad de acudir a lo que dice el periodista de turno

    Encima ese periodista de turno está siempre histérico rajando (ya sea de una conspiración arbitral, de Mourinho, de Guardiola o de lo que sea), pues su credibilidad tiende a cero

    Y por si fuera poco, desde fuera, estos numeritos de plantes a Karanka se ven como un grupo de niños mimados a quienes les dan el trabajo hecho (los titulares que da Mou) y que cuando no están contentos, se van

    Es decir, se junta pues una persona prescindible, sin credibilidad y con ciertos comportamientos que... en fin

    El periodismo deportivo corre un serio peligro. De momento se mantiene gracias a que los aficionados siguen entrando al trapo cuando les hablan de Villaratos, de trapos sucios del equipo rival, de Punto Pelota, siguiendo a periodistas que son famosos por insultar, etc... Y algún día serán los aficionados quienes se planten y se vayan

    Un saludo, Manu! Excelente tuitero! :-)

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