viernes, 29 de octubre de 2010

Lenguados



En el mundo hay dos clases de personas con las que puedes hablar: las que piensan en verde, y las que se obligan a sí mismas a disimular que piensan en verde. A estas últimas se les presume un don innato, que es el de usar sinónimos al hablar de ciertos temas. Ellos lo llaman eufemismo, yo prefiero tildarlo de humor transitorio. Porque el sinónimo transita entre el círculo donde lo sueltas, y se va escopetado, mirando hacia atrás y avergonzándose de ti mismo.
Sin embargo, no podemos negar que nos hemos reído alguna vez con comentarios de ese tipo. Todos hemos sido por un día electricistas y fontaneros hablando de tomas de entrada, enchufes y clavijas, corrientes y canales de desagües varios. No tendría importancia si luego no hubiese quien se rasgara las vestiduras.
Entonces, ¿hasta dónde queremos llegar con esa pose tan críptica? ¿Qué queremos demostrarle al que tenemos enfrente? Está claro: conseguir cierto uso y disfrute de algo que todos tenemos, pero con lo que la mayoría solo nos explayamos en la intimidad, porque en público puede que nos dé vergüenza usarla (excepto cuando rueda el ron o el whisky). Se encuentra escondida, inmóvil, esperando a que abramos la boca para que pueda ser divisada, queriendo ser testigo de nuestras proezas nocturna, aunque sea muy típico querer usarla con los ojos abiertos. Sí, es vuestra lengua.

Expertos o no, siempre hemos infravalorado (maravilloso invento esta palabra) algo que va unido irrevocablemente a nuestra forma de hablar, y que además forma parte de un preliminar festivo crucial en el que - casi - todos nos iniciamos. Aquí no importan los tamaños, las formas, los detalles. Perdón, quizá el tamaño sí. Ahora está muy de moda tenerla larga. Que se lo pregunten a los Rolling o a Kiss. Por eso, el momento de usar la lengua debe ser preciso, casi escultórico. Porque muchas de ellas están entrelazadas de por vida, desde hace demasiados años, y están condenadas a entenderse. Quizá por eso está muy de moda menospreciar a quien no lo hace bien. Ahora parece que necesitamos mantener relaciones con personas exquisitamente hábiles a la hora de mojarse. Eso sí, a excepción de los guapos y guapas. Ellos no necesitan ser buenos ni en la cama.

Tengo un grupo de conocidas muy hábiles en el tema. Yo las llamo las Sin-taxis. Me cuentan que gracias a su experiencia conseguían volver a casa en coche y gratis. Ni falta que les hace practicar el francés o el griego, aquellas eternas segundonas que ahora están tan de moda. Y si además el receptor usaba la suya para un acercamiento, el ambiente se cargaba de un penetrante olor a rapsodia bohemia. Pero los chicos son más pragmáticos: les gusta usarla porque atrae muchas salidas. Si la cosa prospera o no, es tema aparte.

Pero como dijo George Orwell, si el pensamiento puede corromper el lenguaje, el lenguaje también puede corromper al pensamiento. No os preguntaré si os habéis sentido de un grupo o de otro, solo si creéis que los que estudiamos lenguas o somos de letras formamos una ciencia sin futuro...





Artículo de @inmitadinamita

5 comentarios:

  1. Genial.

    Y tranquila, el futuro es nuestro.

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  2. Gran entrada!.Personalmente, soy un extraño caso de híbrido entre ciencias y letras. En la multidisciplinariedad está el futuro. No entiendo la distinción absurda e innecesaria entre ciencias y letras.

    Un saludo!

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  3. Muy bueno Inma.
    Artículo original y divertido.

    Besos

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  4. Bravo Miss Poker !! ;))) .
    Sobre el post , no han sido conocidos siempre como "gente con labia" ?¿¿?

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