martes, 16 de noviembre de 2010
Efecto Mariposa.
Soy atea desde que supe que el ratoncito Pérez no existía.
Este dato, provocado por la observación detenida del hámster de mi primo, todo un estudio de campo, llegó al extrapolar las cualidades y condiciones de esos pequeños mamíferos, y cerciorarme de la imposibilidad de que alguno de ellos, ascendiera, con un pesado regalo a sus espaldas, hasta debajo de mi almohada, sin alterar por ello mi sueño, frágil ya desde mi más tierna infancia.
Esa crisis nihilista (imposible la existencia de Dios sin ese roedor) no fue nunca superada, y marcó, yo diría que para siempre, mi realidad personal.
Han ido pasando los años, y el cúmulo, cada vez más voraz, de objetos materiales, ha contrarrestado de alguna manera, la pérdida constante (y en muchos casos dolorosa) de creencias en las que fundamentar los pilares de mi existencia:
- "Nosotras parimos, nosotras decidimos". No creo en el aborto como modelo de progresía, sí en la correcta anticoncepción. Un aborto es siempre una derrota. No creo en la invisibilidad parental.
- No creo (o creí) en un Ministerio de Igualdad de un Gobierno cuyas ministras posaron para el Vogue (sí, una revista nada sexista, por supuesto)
- No creo en los políticos. Del mismo modo que tampoco creo en los curas. Alguno habrá bueno, seguro, pero a saber dónde.
- No creo en el capitalismo que nos asfixia, de manera tan sutil que pocas veces nos damos cuenta.
- No creo en los humildes (tampoco Nietzsche, por algo sería), uno debe estar orgulloso de sus esfuerzos, y quitarse mérito es de cobardes, de imbéciles o de hipócritas.
- No creo en el amor correspondido, nunca se encuenta a quien quiera del mismo modo, en la misma medida, de igual manera.
- No creo en los malos muy malos, ni en los buenos muy buenos, aunque sí en los tontos muy tontos.
- No creo en la Constitución. Me parece un canelo.
- No creo en la guerra, tampoco siempre en el diálogo.
- No creo en las leyes en las que no creo.
- No creo en la amistad sincera, carente de interés. Si ni siquiera somos sinceros con nosotros mismos.
- No creo en la solidaridad de sofá y pandereta
- No creo en la Navidad, ni en lo que conlleva.
- No creo que todos seamos iguales, ni todos, para mí, tenemos un mismo valor o un mismo precio.
Y así podría continuar, enumerando, las secuelas que un regalo de mi tio (el hámster de mi primo), trajo a mi vida.
Efecto mariposa creo que lo llaman.
Yo preferí ver su jaula como una caja de Pandora.
¿En qué no creéis vosotros?
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Yo no creo en los paraguas. Ni en la gente que sale fumando en su avatar. Ni en la religión. Ni en ninguna forma de gobierno que conozca. Emulando con un giro tu tautología sobre las leyes, sí creo en la gente en la que creo (y así me la pego algunas veces).
ResponderEliminarMe ha gustado :)
No creo en la prensa deportiva de Madrid.
ResponderEliminarCierto, se me olvidó ese punto, aunque yo no creo en la prensa, en general.
ResponderEliminarTampoco creo a las mujeres. Cuando dicen no, en realidad quieren decir que sí. Lo he visto en muchas películas!!
ResponderEliminarMuy fan del hámster y del post nihilista y "optimista" que nos has regalado.
ResponderEliminarMe ha molado ese punto "destroyer".
Besos Alex.
Ya notaba que me faltaban tus "palmaditas" en la espalda, Borja.
ResponderEliminarGracias :D
Soy como el "padrino" en las bodas.
ResponderEliminar¿Todo bien? ¿te falta algo? ¿un purito, una copita?
Besos crack.
Yo no creo en el altruismo de los creyentes.
ResponderEliminarFelicidades por el post.
Un abrazo
A mi me da que soy demasiado crédulo...
ResponderEliminarSecundo muchas de las propuestas, aunque no todas. y una aclaración el efecto mariposa hace referencia a la Teoría del caos. Y nos dice que el aleteo de una Mariposa en NY puede provocar una tormenta en Tokio. En cristiano: un pequeño cambio en las condiciones iniciales de un sistema, provocan grandes cambios al cabo de un tiempo en los resultados finales.
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