El poeta sabe que, llegado a este punto, tiene bastante con ir enumerando cosas y personas para que la poesía cuaje. La musa está en plena jornada laboral y le pone delante una rima espléndida, de las que parece que no pueden ser gratis: "Ramallets" con "panellets". Está muy bien. Viene muy a cuento: un héroe legendario del fútbol y un dulce tradicional, a la hora de llamar a la nostalgia. Sin embargo, el poeta no sabe muy bien por qué, pero sospecha que no encajarán. Prueba y prueba, pero no acaba de gustarle como combinan. Está pensando, incluso con los ojos apretados, hasta que por fin la musa se desdice y le da nuevas instrucciones. Ha de quitar a "Ramallets"; poner unos sorprendentes "penellons" (se trata de sabañones, nada menos); y hacerlos rimar de una manera asonante, tosca y forzada. El poeta, primero, se resiste, pero en un momento comprende lo que tiene que hacer, y lo hace. Quita la leyenda, mantiene el dulce, introduce los sabañones y pone a los cinco de delante y, al hacerlo, confirma en la gloria, acaso por siempre, a Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón.
Artículo de Angel Gil
Socio, amigo y Abogado del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona.
*No tiene twitter, ni falta que le hace.
Original post, tanto en la forma como en el fondo.
ResponderEliminarMi más sincera enhorabuena al autor del mismo y a todos los componentes de este magnífico proyecto.