viernes, 3 de diciembre de 2010

Hablemos de tetas

Es mencionar la palabra ‘tetas’ y ver cómo el sector masculino se gira. A los tíos, en general, les encanta hablar de tetas. Y no digamos ya otras cosas que no son hablar. Leía el otro día que los hombres pueden llegar a vivir cinco años más si miran un par de tetas durante diez minutos diarios. Tremenda la investigación, vamos. Lo que no aclara el estudio es si el tamaño de los pechos en cuestión aumenta o disminuye el número de años de esperanza de vida que sumará el observador de esas tetas.


Hace unos días, se conocía también la “noticia” de que la presentadora Sara Carbonero se había aumentado un par de tallas de sujetador con unos implantes mamarios. ¡El revuelo que se había montado por medio kilo de silicona! Más allá de que la chica lo necesite o no, de que le quede mejor o peor, del dinero que haya gastado en la operación o de los motivos que le hayan llevado a pasar por semejante mal rato, lo cierto es que el refrán se cumple: dos tetas tiran más que dos carretas.

Y si no, que se lo digan por ejemplo a Anna Simón. Una presentadora sin demasiada gracia –rubia para más inri– que se deja utilizar como mujer objeto, con constantes bromas y referencias a sus mamas en un programa de humor. En muchos casos, hasta la nota humorística la ponen precisamente a costa de sus dos señoras tetas (más grandes que mi cabeza, por cierto). Sin embargo, ahí sí veo una diferencia. Carbonero se ha hecho famosa y después se ha puesto las tetas grandes, y Simón ha experimentado el proceso contrario: es famosa gracias a la generosidad excesiva de la naturaleza con sus ubres.

Me da que a Sarita lo mismo alguien de Telecinco le ha recomendado la remodelación de la delantera. No porque ‘su portero’ pare muchos balones, sino porque la cadena amiga empezó con las mamachicho y acabó con Catalina ligándose al Duque previo paso por el quirófano. Sin tetas no hay paraíso, decían. Y algunas tomaron nota, como Carmen de Mairena, que se ha sacado sus buenos montones de votos en las elecciones catalanas a base de enseñar las suyas en los mítines (?). Lo mismo es verdad, aunque seguramente muchas nos conformaremos con menos duques y nobles y más hombres terrenales. De ésos que giran la cabeza cuando oyen la palabra ‘tetas’, pero que no te hacen inflar el busto a base de talonario.

Alguno debe haber que no le dé tanta importancia al tema (?). Aunque eso ya es como de película. Suscribo a Julia Roberts en Notting Hill, en el diálogo sobre las tetas de la protagonista después de pasar la noche con Hugh Grant: ¡¡sólo son tetas!! Pero claro, eso sólo era una película.
-¿Qué tienen los hombres con la desnudez? Sobre todo con los pechos. ¿Cómo pueden interesarles tanto? En serio. Sólo son pechos. La mitad de la población del mundo los tiene.
-Más, si te pones a pensar. Falete (?) tiene un buen par.
-Son para lactar. Tu madre los tiene. Has visto miles de ellos. ¿Por qué tanto lío? Francamente, no lo entiendo.
-Déjame ver un momento. (Se asoma dentro de las sábanas) No. No lo entiendo.
-Rita Hayworth solía decir: "Se acuestan con Gilda y se despiertan conmigo".
-¿Quién era Gilda?
-Su papel más famoso.
-Se acostaban con la ilusión y...
-...no les gustaba la realidad del día.
-¿Sientes lo mismo?
-Esta mañana estás más bella que nunca.

2 comentarios:

  1. Yo creo que es precisamente nuestro complejo de Edipo el que nos hace sentir tal atracción por las glandulas mamarias...Como diría aquél la cabra tira al monte y las manos van al pan :P

    ResponderEliminar
  2. Las tetas molan mazo. Sobre todo si son pequeñas. A mi me molan mazo las tetas pequeñas. Las ubres no molan.

    ResponderEliminar