miércoles, 22 de diciembre de 2010

En el límite del bien y del mal

“Fue, pues, la exageración de mis aspiraciones y no la magnitud de mis faltas lo que me hizo como era y separó en mi interior, más de lo que es común en la mayoría, las dos provincias del bien y del mal que componen la doble naturaleza del hombre” -El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde. Robert Louis Stevenson.

Hace algún tiempo, el visionado de cierta película, me hizo reflexionar acerca de la tan debatida cuestión de la verdadera naturaleza del hombre. Decidí indagar en el tema, y he aquí mi conclusión:

Nacemos inocentes, ni buenos ni malos. Nacemos narcisistas preocupados solo por nosotros, y así continuamos mientras somos niños. La mayor prueba de ello, es la crueldad q se imponen unos a otros. También queda patente en las acciones que nos obligan a llevar a cabo desde niños: “tienes que aprender a ser más egoísta, debes dar las gracias a los mayores etc.”.El ser humano podrá llegar a ser bueno y bondadoso si se le educa en una serie de disciplinas y valores, incluso todo el amor del mundo no sería suficiente.

Ya lo estableció Pitágoras hace siglos "Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres".

Los autores que me han resultado más interesantes al respecto son: Rousseau , Hobbes y Freud .

Rousseau considera que si no existiera la sociedad, el hombre sería bueno, feliz y sin vicios. Por otro lado, Hobbes sostiene que si la sociedad no se hubiera creado, el hombre viviría en guerra permanente, ya que al no haber autoridad a la cual temer, lucharía por satisfacer sus deseos, aunque éstos chocaran con los de sus semejantes.

Basándonos en estas afirmaciones, y suponiendo que ambas sean ciertas, podemos concluir que la sociedad es la que determina que el hombre sea “bueno” o “malo”. Ahora bien, no hay sociedades completamente buenas o absolutamente malas, sino que depende del entorno específico en el que se desarrolle la persona, y de las elecciones que haga a lo largo de su vida, condicionadas, por supuesto, por la sociedad en que vive. Entonces podremos decir que la bondad o maldad del hombre depende de sus decisiones, influidas por la sociedad. Así podríamos diagnosticar que no sólo debemos transformar al hombre para que sea bueno, sino también a su entorno, y en definitiva, a la sociedad.

Todo este debate entre la verdadera naturaleza del hombre, no es más que la transfiguración teórica de la universalmente conocida oposición entre amor y odio; esta quizá mantenga un nexo primordial con la polaridad entre atracción y repulsión que desarrolla el campo de la física.

Por su parte, Freud postulaba que podemos distinguir cinco motivos por los cuales un ser humano se comporta como lo hace. En primer lugar, y como se afirmó por mucho tiempo, la conducta humana se rige por el carácter genético del individuo siendo éste hereditario, biológico e intrínseco.

Tiempo después se postuló el perfil congénito del ser humano utilizando como pautas de determinación a lo adquirido por el feto durante el embarazo. En tercer lugar, Freud analiza los traumas de la infancia como determinante de los intereses y motivaciones del futuro individuo. Por otro lado, el ámbito social en el cual es insertado un sujeto presenta un importante papel en el desarrollo de la conducta caracterizada por las presiones culturales y el aprendizaje moral.

La novela "La hija del Caníbal" expone la teoría de que existen tres tipos de personas. En primer lugar, aquellas consideradas buenas y honestas, siendo incorruptibles en cualquier circunstancia que le presenta la vida. En segundo lugar, podemos encontrar personas vistas como malas, con quienes no hace falta un proceso de convencimiento para realizar actos ilícitos o, en su defecto, considerados maléficos y por último aquellas personas que se encuentran en una instancia intermedia entre el bien y el mal.

Desde el punto de vista científico, debemos tener en cuenta que para nuestra naturaleza genética, es más importante la supervivencia a nivel colectivo que individual, por “utilidad” nuestros genes nos condicionan para el mantenimiento de la especie. Al fin y al cabo sólo somos frágiles transeúntes de la condición humana. Todos nuestros sentimientos son la expresión de un fin natural. Sin embargo, hemos sido provistos de la empatía, ese recurso que ha generado la naturaleza en los seres humanos para que sintamos en nuestra propia piel lo que siente nuestro prójimo sólo con verlo sufrir o disfrutar. Aquí entra en juego la compasión humana. Los datos sociológicos han demostrado con creces que el verdadero altruismo existe.

Teniendo en cuenta lo anterior, ¿cuál es la norma por la que debe regirse el hombre para que sus actos sean acordes con la naturaleza y con su naturaleza? Para despejar esta incógnita debemos separar el actuar animal con el actuar humano. En efecto, el animal actúa por naturaleza y por necesidad, pero el hombre, además de eso, actúa por Voluntad. Por ello, marca una gran distinción sobre los animales y, por tanto, se debe analizar bajo un punto de vista particular y no general. Esto, sin lugar a dudas, nos conduce hacia la cuestión filosófica que estudia la moral.

Podemos afirmar entonces, que el hombre no es ni bueno ni malo por naturaleza, es más bien como un lienzo en blanco que la educación y la experiencia se encargan de teñir de diferentes colores.

Como "animal racional", ¿qué opinas tú de todo esto?



Artículo de @iDexbenz

1 comentario:

  1. Me ha encantado la forma en que has expuesto el tema. Muy interesante y como siempre, haciendonos reflexionar.

    Enhorabuena por tan magnífica entrada.

    Un saludo!

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