viernes, 6 de abril de 2012

ETERNIDAD


por David Alonso

En el deporte en general y el fútbol en particular, la memoria colectiva es frágil e inestable, los buenos recuerdos son bestialmente zarandeados por las sombras, pero en ocasiones, hay emociones y experiencias que se recuerdan toda la vida.


Es difícil encontrar algo, además del propio deporte rey, que consiga eternizar  90 minutos de la manera en la que este lo hace, y es que todos, absolutamente todos los que por unas razones o por otras amamos este bendito deporte, tenemos un partido grabado a fuego en nuestra cabeza.
Lo mágico de todo es que ese partido no tiene qué ser el del equipo de tus amores, ni la derrota de tu máximo rival, si no que muchas veces se trata de un partido, que las casualidades de un destino azaroso, ponen en tu camino y que te hacen disfrutar de cada segundo que pasa como si de esa primera calada se tratase. Entra hasta lo más profundo de ti, te llena dejándote una sensación de felicidad extrema. Un orgasmo para los sentidos de 90 minutos. 


Estos momentos para la historia no avisan, llegan con ímpetu a tu vida y tienes que montar en ese ajetreado tren si no quieres perderte lo esencial de esta efímera película. Disfrutar.
Mi partido, el partido que jamás podré olvidar y que me hizo recordar por qué amaba este juego, me llegó en una calurosa tarde de verano, un 21 de junio de 2008, en plena Eurocopa, unos cuartos de final que enfrentaban a Holanda, con Van Basten liderando desde el banquillo, contra una Rusia que había pasado sin pena ni gloria por la fase de grupos, una Rusia que me dio 120 minutos para la eternidad.

Mi desbocado e incompresible amor por todo lo que rodea el Kremlin y la Plaza Roja me hizo decantarme rápidamente por los chicos de Guus Hiddink, amén de ese ruso que apenas levanta 1,70 metros del suelo, con cara de no haber roto un plato en su vida y que estaba a punto de dar uno de los mayores recitales futbolísticos que recuerde en mis 21 años de consciencia. Ese chico con el 10 a la espalda. 

Creo que recuerdo vagamente el XI que alineó el “holandés errante”, me acuerdo de Akinfeev y sus gritos desgarradores tras encajar el gol de Ruud en el minuto 86´, como olvidar a Kolodin y sus imponentes disparos desde 40 metros que obligaron a un veterano Van de Sar a sacar lo mejor de si mismo, Saenko, Semak, la doble “Z” de Zhirkov y Zyryanov, Pavlyuchenko…


Pocas veces en mi vida me he sobresaltado, gritado, y emocionado tanto como con ese partido, un partido que no tenía repercusión alguna en mi vida, ni para bien ni para mal, era otro partido más, o eso creía yo. Iluso de mí.
Este juego jamás dejará de sorprendernos, nos eleva hasta los altares de la gloria para después, sin apenas tiempo para saborear las mieles de la victoria, dejarnos caer a un vacío doloroso, todo ello sin que nuestra afición por él se vea mermada. Esto es lo  auténticamente maravilloso.
Este es mi partido para la eternidad ¿y el tuyo?

3 comentarios:

  1. Excelente nota. yo creo que ese partido para mí sería el protagonizado por ghana y uruguay en el mundial pasado. Fue muy especial por verlo en un aeropuerto con mas de veinte nacionalidades reunidas. nerviosos por dicho partido entre ellos me incluyo, Osman Vadell eterno amante de la vinotinto desde niño, ese juego me emocionó como lo hizo el centenariazo y el amisto contra brasil en boston. Creo que muchos coinciden de que ese juego fue el mejor de ese mundial.

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  2. Muchos partidos para la eternidad, pero la final de Uefa entre el Liverpool y el Alavés me hizo ver que el fútbol puede ser muy bonito y cruel a la vez, empezar perdiendo, remontar, empatar...
    Si algún partido merece la frase "emoción en estado puro", es esa final.

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  3. Mi partido para la eternidad fue el que enfrentó al Club de Hoquei Mataró contra el Club Hoquei Lloret. Dos partes más prórroga y al final victoria de mi equipo del alma (Mataró) por gol de oro. Ese día la afición mataronina llenamos el pabellón, no tanto físicamente como con nuestros gritos animando al equipo. Jamás se había visto tanta exhaltación entre los seguidores, claramente eclipsamos a la animación local.
    El Lloret dominó el encuentro y tuvo las mejores oportunidades para marcar, es más, diez minutos antes del final anotaron un gol y ya se veían campeones cuando a sólo 2 minutos para concluir el partido el Mataró marcó también. ¡En la grada ya sacábamos los desfribiladores! Se tuvo que recurrir a la prórroga, los dos equipos defendían bien y la bola no atravesaba ninguna portería... todo apuntaba a penaltis cuando A 23 SEGUNDOS PARA EL FINAL el C.H. Mataró logró colársela al portero del Lloret. ¡Victoria!!!!!
    Como nota negativa, el equipo bajó de OK Lliga a OK primera, pero esa victoria no nos la quitará nadie jamás y el partido que pasamos, el sufrimiento, los gritos de ánimos a nuestros jugadores, la explosión de alegría, todo esto lo tendremos siempre en la memoria porque hasta que se vuelva a ganar una copa CERS... pueden pasar 50 años por lo menos.

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