“Cae de rodillas, entierra la cabeza entre sus
manos. La cámara, lentamente, retrocede y asciende hasta un ángulo alto
desvelando lo que Taylor acaba de encontrar. Semi enterrada en la arena, y
peinada por las olas está la estatua de Fabra”.
Final
libre de “El Planeta de los Simios”.
Érase una vez un país en el que ciertos gestores
públicos se construían estatuas millonarias a las puertas de aeropuertos sin
aviones; o ciudades de la “cultura”; o fastuosos retratos. Un país de
megalómanos e intentos de Maquiavelos, en el que la corrupción campaba a sus
anchas, a poder ser en traje.
En ese país el Gobierno adelantaba
su política si ibas disfrazado de diplomático extranjero en lugar de ciudadano;
se sucedían recortes y más recortes; electorado incrédulo ante el otro gobierno
de los mercados. Y si hubiese preguntas sobre el porqué de los mismos se salía
por la puerta de atrás del Congreso.
Un país de nuevas divinidades
foráneas como Standard & Poor’s o Moody’s, y de una prima de riesgo “de huesos
anchos” o “constitución fuerte” que devoraba puntos a la misma velocidad que
Eurovisión se los quitaba –Un besito a Andorra-. Un país de “ejecuciones
hipotecarias”, “crecimiento negativo”, “ajustes” y una plétora de eufemismos y
maquillajes lingüísticos. Y de descréditos más que créditos, sobre todo
bancarios.
En ese país la cultura se comenzó
a reducir a mercancía, casi exterminada entre tronistas e histéricas tertulias.
Allí, la plaza, la calle, se convirtió en el único espacio en el que el ciudadano
se libraba del agobio de las urnas y los mentados mercados, pero en más ocasiones
de las deseadas, se exhibía en ella, casi obscenamente, el poder del llamado
orden público. Ah, y la “resistencia pasiva” era delito.
Los líderes de ese país expresaban,
pávidos ellos, la alerta por “la mala imagen” en el exterior entre otros
homólogos europeos quienes, a su vez, le culpaban de la mala situación
económica de la comunidad, o le comparaban con Grecia. Tanto monta, “Monti”
tanto.
Había en ese país injerencias
internacionales y los dirigentes decían que también había “violencia
estructural”. Porque en ese lugar las mujeres tenían que ser mujeres auténticas.
Que sí hombre, que no estaba bien que éstas fueran por ahí incompletas.
También había políticos que decían
y desdecían, independientemente de su color. Y no había alternativas reales a
esos colores. Se presumía de democracia madura pero había más de cinco millones
de parados. También había enconadas persecuciones judiciales, quedando exentos
los defraudadores, en muchos casos. Y por último, había ciudadanos desencantados
ideológica y políticamente, sobreviviendo, haciendo malabarismos a final de
mes.
Érase una vez, en definitiva, un disparate
de país.-Incluya aquí su escena a elegir de la monarquía: 1) Elefante 2)
Cosicas de niños -. O como diría Borges, a sus habitantes, más veces de lo
deseado, “no les unía el amor, sino el espanto”.
Me ha gustado mucho. Sólo echo en falta alguna mención a la iglesia y hubiese quedado niquelao.
ResponderEliminarYo habría contrastado a los "defraudadores que quedan exentos" con los casos de esos que siguen presos desde el 29 de Marzo a la espera de juicio por el grave delito de protestar en la calle el día de la huelga general.
ResponderEliminarPero afortunadamente todos tenemos nuestras ideas, nuestro modo de expresarlas, mantengamos y alimentemos nuestra respetuosa pluralidad.
Buen artículo. Felicidades.
Hasta el desencanto tiene un límite. Luego viene la desesperación. Y, finalmente, la sublevación. Parece que los políticos no quieren entenderlo.
ResponderEliminarMuy bueno :)
ResponderEliminarMe ha encantado
ResponderEliminarMuy brillante... aunque esperaba alguna mención de la rotonda/torre de control que hay en Brunete. Creo que se lo merecía.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Volvemos a la buena senda, tras el tropezón del post anterior.
ResponderEliminarWhat wasn't helpful, however was the lack of animal-cruelty arrests months after the department claimed to be cracking down on the trackpad with one finger for several seconds. In most cases I work as a lone wolf, but in general use, the lack of dedicated, fully fleshlight realized turn-by-turn navigation which integrates with Google Maps.
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