sábado, 7 de abril de 2012

LA AMISTAD EN TIEMPOS DE REDES


Foto de la película "Los Goonies" (1985).

Confucio dijo, “Hay tres clases de amistades beneficiosas y tres dañinas. Cuando las amistades son honestas, sinceras, o bien informadas, estas son beneficiosas. Cuando las amistades son pretenciosas,  aduladoras, u oportunistas, estas son dañinas. “

Nos encontramos inmersos en la era de la comunicación a gran escala. Vinculados más que nunca en la historia a través de internet, los Smartphones, y redes sociales de toda índole. Esto plantea la cuestión, de si la tendencia en el futuro será a que cada vez nos relacionaremos de manera más virtual, sin embargo, innumerables estudios sobre comportamiento humano nos indican lo contrario.

Pero volvamos al pasado para valorar esta evolución astronómica. Hace millones de años, no podíamos sobrevivir sin pertenecer a un grupo fuerte que pudiera encontrar caza y que recolectara de forma eficiente, que nos protegiera de los peligros y ayudara a cuidar de nuestras enfermedades.

Necesitamos cierta aprobación, sensación de pertenencia a un grupo. Cuando muchos dicen “paso de que me pongan etiquetas”, creo sinceramente que están mintiendo aunque no lo sepan. Todos nos ponemos etiquetas al formar parte de un grupo político, progresista o conservador, de una congregación religiosa o de un colectivo social concreto.

Las amistades suelen hacerse cara a cara, ¿y pensaréis, qué ocurre entonces con la interacción online? Pues lo que se ha llegado a demostrar, es bastante curioso. Cuanto uno más interactúa con amigos y familia, menos solitario está; pero cuanto más interactúa en internet, más solitario se encuentra. Es como tomar algo light cuando uno tiene hambre, se siente bien durante un rato, pero no tiene nada nutritivo.

Hace algunos años una revista americana publicó la historia de una profesora de instituto de matemáticas. Una tarde pidió a sus alumnos que escribiesen los nombres de todos sus compañeros de clase, dejando un espacio entre cada nombre. Después les pidió que pensasen y apuntasen en la hoja una cualidad, algo especial, que quisiesen destacar acerca de cada uno de sus compañeros. Al final de la clase recogió las hojas y durante el fin de semana preparó un folio con el nombre de cada alumno, y allí reunió todos los cumplidos que había merecido por parte de sus compañeros. Entregó su hoja a cada alumno. El contenido de los folios no se discutió nunca en clase —cada alumno leyó su folio en privado— pero quedó claro por los comentarios que se escucharon aquella tarde —«no sabía que les caía tan bien», «pensaba que no le importaba de verdad a nadie»— que los alumnos vivieron el ejercicio de forma muy positiva.

Varios años más tarde uno de estos alumnos, un joven llamado Mark Eklund, murió en Vietnam. Cuando el cuerpo fue repatriado a Minnesota casi todos sus antiguos compañeros, y la profesora de matemáticas, asistieron al funeral. Después del funeral el padre del joven soldado dijo a la profesora: «Quiero enseñarle algo», y sacó una billetera de su bolsillo. «La tenía Mark cuando lo mataron. Creo que era importante para él y que tiene que ver con usted». Abrió la billetera y sacó dos folios de papel gastados por el uso. Era la lista de cualidades que los compañeros de Mark habían elaborado hacía años. A raíz de aquello muchos compañeros de Mark reconocieron que para ellos también aquella lista había sido importante: casi todos la guardaban en un lugar valioso para ellos. Uno dijo: «Creo que todos hemos conservado nuestra lista».”

Como conclusión, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que el juego de la vida es en equipo, los individualismos han fracasado. Al final de este juego no hay medallas, la expresión “lo importante es participar” cobra sentido entonces.

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