por Lucía Taboada
Dichoso Ryanair porque suyo será el reino de los cielos.
Mt 5, (1-4)
Michael
O´Leary, flamante presidente de Ryanair, vestido de blanco y azabache, se pasea
por las oficinas centrales de la compañía en Dublín con semblante serio.
Juguetea con una pequeña réplica de un Boeing 737-800 mientras medita
sobre algún innovador plan para abaratar costes. Imitando el rebufo de las
turbinas de los motores va descartando algunas tribulaciones algo
descabelladas:
-
Suprimir los baños. Ya me lo imagino: “Bienvenidos a este vuelo de Ryanair. Los
baños los encontrarán al fondo del aeropuerto tras aterrizar. Queda
terminantemente prohibido que ingieran alimentos o líquidos antes de embarcar.
Jajaja" Descartada porque el cuerpo humano es una máquina imperfecta, no
como Ryanair, y nunca se sabe.
-Suprimir
los pilotos. Esta idea puede entrañar algún riesgo, ciertamente. Por ahora
descartada.
-Proponer
al Gobierno español el anuncio de sus medidas económicas durante los vuelos a
cambio de subvenciones. Las podríamos meter entre los cigarrillos de vapor.
Tendría más glamour que el último párrafo de una nota de prensa, eso es así.
Pero no sé cómo se lo tomaría la gente, tampoco quiero un motín en el
avión...Por ahora descartada.
-Cobrar
a los pasajeros por aplaudir tras aterrizar. Necesaria pero muy floja.
-Cobrar
a los pasajeros por montarse encima de la maleta para cerrarla. Mmmm, muy
floja.
-Cobrar
a los pasajeros por hacer fotos de las nubes y subirlas a Instagram. Necesaria
pero muy floja.
-Cobrar
a los pasajeros por escribir mal el captcha de la página web al sacarse un
billete. Descartada por ahora. Idear nuevos captchas con fórmulas
trigonométricas insertadas.
-Cobrar
a los pasajeros porque sí.
El
calor aprieta debido al calefactor adquirido en un Cash Converters. Comienza a
oler a quemado. El magnate se desprende del calefactor y piensa que tal vez
debería haber comprado uno un poco más caro. Empieza a mordisquear el ala
izquierda del aeroplano de juguete cuando de pronto, se ilumina su rostro. ¡Ya
lo tengo!, exclama. “Puedo prescindir de las azafatas con acento extraño y a
través de un rasca y gana elegir al azar tres pasajeros en cada vuelo que se
encarguen de su función. Total, leer publicidad cansinamente sabe hacerlo todo
el mundo. Se les haría un descuento del 10% en el billete por las molestias,
claro. Oh Dios mío, sería fantástico. Me ahorraría el salario de más de seis
mil trabajadores, JAJAJAJA. Michael, eres un genio. Te mereces un ascenso,
jajaja. Pero si no puedo ascender más, jajaja, Ay bribón”. Tras
la brillante idea traza un pequeño esquema y se lo manda a sus asesores
económicos y su director de comunicación. Reclina su silla amarilla y azul y ya
con los párpados cerrados deja que el sueño le venza.
O´Leary
sabe que ha roto todos los esquemas de negocio. Es el hombre más rico de
Irlanda, provocador, transgresor, osado, carente de ética para muchos,
increíblemente intuitivo para otros . Su afán recaudatorio no tiene límites. La
competencia le odia y él tampoco esconde su viperina lengua al referirse a la
misma. Ha llegado a afirmar que Iberia “roba a sus clientes” o que Easyjet nunca
triunfará porque en Europa “no hay espacio para dos aerolíenas de bajo coste”.
Tiene problemas con sindicatos, trabajadores, ecologistas, controladores
aéreas, agencias de viajes, Comisión Europea o clientes. Si pudiese tendría
confictos hasta con las nubes. "Me importa una mierda no gustarle a nadie.
No soy un aerosexual. No me gustan los aviones y nunca quise ser piloto como
esas brigadas de matones que pueblan la industria", decía durante una
entrevista. Pero todo ello no importa. Su éxito parece infrenable. Porque el
ser humano es el único que tropieza varias veces con Michael O’Leary.
Jajajajaja. Tremendo.
ResponderEliminar¿Cómo puedes tener tanta imaginación?
ResponderEliminarPero que gracia tienes jodía...
ResponderEliminarEn la torre de control de la rotonda de Brunete nos encanta este señor. De hecho la idea de poner dicha torre de contro fue suya.
ResponderEliminarMuy in lof de tus medidas de ahorro.
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