miércoles, 16 de mayo de 2012

DE COSECHA PROPIA, EL DESCORCHE




Como está la vida muy mala, que ya lo dice la canción, cada vez son más los restaurantes que te permiten llevar tu propio vino de casa y te cobran sólo por el descorche de la botella. En realidad, esta iniciativa poco o nada tenía que ver con la crisis en sus comienzos, sino más bien todo lo contrario; con la idea de los restaurantes lujosos de ofrecer un servicio completo al cliente pejiguero. De este modo, si el comensal quería un vino que no tenían en la carta, podía traerlo de su propia bodega.

El restaurante cobraba sólo el servicio de “descorche”. El descorche no consiste únicamente en que te abran la botella, sino también en que te la conserven a la temperatura adecuada y te pongan las copas que más se ajusten al tipo de caldo escogido. Es decir, que te traten como si hubieras comprado el vino allí. No se corre el riesgo de cenar con vasos de plástico ni de que te den una bolsa de papel para ocultar la botella que hurtaste.

Esta iniciativa está muy implantada en Estados Unidos, Canadá y algunos países europeos, donde los restaurantes incluso llegan a agruparse en asociaciones y a identificar sus establecimientos con las siglas BYO o BYOW (`Bring Your Own Wine´, `Traiga su propio vino´). En España ha tardado un poco más en llegar pero parece que, poco a poco, se va haciendo hueco. Eso sí, esto es España y aquí tenemos nuestras propias reglas para casi todo.

El precio del descorche suele oscilar entre los 4 y los 8 euros, dependiendo del restaurante y, aunque en un principio era imprescindible que el vino escogido por el cliente no estuviera en la carta, ese requisito nunca llegó a tenerse demasiado en cuenta. Asímismo, no es raro encontrarse con restauradores que optan por no cobrar nada por el servicio, ya que lo entienden como una forma de fidelizar al cliente. Al fin y al cabo, los establecimientos adheridos no suelen ser locales de comida rápida, sino sitios donde el precio de la comida puede compensar, de por sí, que no pidas vino.

Son muchos, muchos, los restaurantes que lo permiten pero no lo especifican, por lo que invito a los interesados a coger la sana costumbre de preguntarlo cuando hagan la reserva. Y no sólo se han sumado numerosos establecimientos sino que en la normalidad de la respuesta de sus camareros, se refleja que es una práctica cada vez más habitual (al final adjunto listado).

Sin embargo, no es el vino lo único que querría uno llevarse al restaurante. Dados los tiempos que corren dan ganas de llegar con el tupper de macarrones desde casa y pedir que sólo nos los calienten. En este caso nos cobrarían el servicio de “destape”, en vez del de descorche. Y no hablo de los precios ni de la crisis, que de tanto mentarla parece uno más de la familia, no. En este caso, me refiero al cuerpo que se te queda después de leer titulares como “Mac Donalds descarta el uso de la baba rosa en sus hamburguesas” o “Starbucks deja de utilizar insectos para dar color a sus Frapuccinos”,  que te quitan las ganas de vivir y de comer.

“La baba rosa se produce tratando deshechos de carnes, que de otra manera serían no comestibles, con un producto químico utilizado en fertilizantes, productos de limpieza y explosivos de fabricación casera. Son piezas que originariamente se descartan porque no se consideran aptas para el consumo humano”. Oye, no paniquemos, que está tratado con productos de limpieza y la lejía ha sido muy sana, de siempre, y sin fertilizantes no habría campo y los explosivos caseros todos sabemos que se fabrican con materiales de confianza, que por algo son caseros.

Pues nada, ni baba rosa ni insectos para hacer el café. Una pena, siempre me ha gustado la consistencia de los grillos, es parecida a la de las pastas pero sin la fruta escarchada, que eso sí que me da asco. Pero no hay vuelta de hoja, porque en España no somos muy de presionar, que cansa y no desgrava, pero en Estados Unidos sí lo son y “la compañía ha cedido ante la presión de los activistas y deja de utilizar insectos”, maravilloso titular donde lo importante es que la compañía ha cedido y no que utilizara insectos.

Lo dicho, que a este paso nos quedaremos en casa o aparecemos en el restaurante con la botella de vino debajo de un brazo y la huerta murciana debajo del otro. Que la comida de casa sabes al menos que es de fiar, que la has comprado tú mismo en el súper, y el súper la ha cogido directamente del invernadero bioquímico experimental. Si ya lo decía el refrán, lo más importante: “Salud y buenos alimentos para todos”.

PD: Para el que quiera tomarse un vino a mi salud, algunos establecimientos pioneros y algo más de información en los siguientes links: Restaurantes con descorche en España. Llévate un vino al restaurante.  El vino corre de mi cuenta: restaurantes con descorche en Madrid

3 comentarios:

  1. Uno de mis restaurantes favoritos aqui en Bilbao, el Maipú, en cierto modo es una variante de me llevo lo que quiero tomar.

    No hay carta ni menú. Llamas, reservas mesa (suele estar lleno y las reservas son de al menos un par de semanas, con suerte) dices cuantas personas van y lo que quiere comer, lo que te de la gana. Que se te encaprichan unos caracoles, los pides, que si cabrito, o percebes, o albondigas... lo que quieras. Se lo pides al restaurante y el te prepara lo que tú quieras, y aunque tiene sus especialidades, sobre todo arroces y cabrito o cordero al horno, tiene buena mano para todo

    eso si... quedas en manos de quien llame para reservar

    @jabibilbao

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  2. Muy interesante y divertido el post pero no conviene olvidar que: hoy en día no te salva ni la tartera de macarrones de casa a menos que compres tomate ecológico y tengas tiempo para hacer una salsa casera, cosa rara por cierto. Ojo con lo que contienen la mayoría de las salsas de tomate de cristal o lata preparadas comercialmente: cloruro de calcio, pectina, almidón alimenticio modificado, goma de xantano, goma guar, dextrosa, y sorbato de potasio, cantaxantina y benzoato de sodio!!!! En fin que al lado de semejante cóctel de químicos que más da una babita rosa en la hamburguesa del Mac Donalds y unos insectos machacados en los frapuchinos del Starbucks... estamos condenados.

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  3. En conclusión: seguiremos envenenándonos sólo que sabiendo que lo estamos haciendo, no? Bueno, al menos, espero que sea una dulce condena.
    Muchas gracias por tu post sibaritagastrónomo

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